16.12.08 - MOISÉS RODRÍGUEZ VALENCIA
-Buenas noches. Esto es un control rutinario. ¿Es usted de por aquí?
-Sí, vivo a dos calles de aquí, en paralelo a la avenida principal.
-Perdone las molestias, pero estamos haciendo controles por los robos que se están dando por la zona últimamente ¿Sería tan amable de prestarme su DNI?
Las frases anteriores reproducen el diálogo cordial pero contundente entre un conductor y un agente de la Guardia Civil. Son las 3.30 horas de ayer, junto a la zona deportiva de Les Taules, en una urbanización de L'Eliana, a menos de un kilómetro de la rotonda del polideportivo, en la carretera que da acceso a la localidad desde la pista de Ademuz. Empieza un control exhaustivo al coche de un vecino que regresaba a casa de madrugada.
Es la última iniciativa de la Guardia Civil para tratar de atajar una oleada de robos en urbanizaciones que ya se prolonga demasiado en el tiempo. "Al final la noticia va a ser que dejen de entrar, porque los asaltos son casi diarios", lamentó hace pocos días un policía local de una localidad de Camp de Túria.
La tensión se masca en la madrugada de Camp de Túria desde hace algunas jornadas. Los chalés de la comarca (principalmente en L'Eliana, Ribarroja, La Pobla de Vallbona, San Antonio de Benagéber) llevan siendo foco de atención de los malhechores desde hace demasiado tiempo, concretamente desde que acabó el otoño.
Ante esta tesitura, las fuerzas de seguridad, tanto municipales como del Estado, buscan a la desesperada nuevas fórmulas para tratar de dar caza a unos cacos que cada día actúan de una forma más sofisticada y eficiente.
Recientemente, tras la reunión entre concejales y alcaldes de la comarca para tratar de coordinarse, uno de los asistentes a ese encuentro afirmó que el número de asaltos se había reducido desde finales de noviembre. Esta versión contrasta con los aparatosos controles que se han practicado en las últimas noches en los accesos a algunas de las localidades.
Armados con ametralladoras
En la madrugada del viernes al sábado, en la salida a la CV-35 desde L'Eliana había sobre las 1.30 horas un espectacular dispositivo de la Guardia Civil junto a una gasolinera. Dos furgones y varios agentes, algunos de ellos armados con ametralladoras paraban de forma aleatoria a algunos de los vehículos que se disponían a enlazar con la autovía.
El último grito son los controles dentro de las propias urbanizaciones. Un todoterreno de la Benemérita patrulla una zona residencial y para un vehículo. No hace falta ver algo sospechoso. Por si acaso. Una vez realizado ese registro, si llega otro coche, la Guardia Civil le hace el alto. Es el caso del vecino de L'Eliana aludido al inicio.
"¿Puede enseñarme el maletero, por favor? ¿Lleva algún tipo de estupefaciente en el vehículo", interroga el agente. "No, vengo de trabajar", responde el vecino. "Muéstreme el interior de la bandolera... pero saque las libretas también", replica el guardia civil, mientras echa un último ojazo por el interior del vehículo enfocando con su linterna al asiento del conductor, el del acompañante, el suelo del coche.
"¿Es necesario un control tan exhaustivo a estas horas de la madrugada", pregunta el vecino, ya algo incómodo por la situación. Las horas son intempestivas, y la madrugada, gélida. El guardia civil vuelve a mirar el DNI y se lo tiende al conductor. "Es la rutina. Todo en orden, puede seguir. Disculpe las molestias", contesta.
Nada raro, ni en este vehículo ni en otro coche negro que había pasado el control instantes antes. De todas formas, esta patrulla de la Guardia Civil es una última barrera, por si los cacos logran saltarse de algún modo los controles que Benemérita y policías locales de todo Camp de Túria instalan desde hace meses algunas madrugadas en los accesos a las localidades. Pese a estos retenes, la oleada de asaltos no se ha podido atajar todavía.
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