«Las actitudes son más importantes que las aptitudes».
Winston Churchill
Winston Churchill
J. JAVIER BELMONTE
«Una persona importante, de este municipio, una vez me dijo que no me considerara como tal; otra no menos importante no considera mi pensamiento, por no estimarme uno de los suyos».
Entre pinos iba corriendo hacia la cañada un sábado por la mañana, con el frescor en el rostro, la humedad en el ambiente y sobre el verdín en el camino. Iba corriendo para liberarme de la alteración física y psíquica en que me encontraba, por exigirme en mi trabajo un rendimiento superior al que soportaba, cuando este pensamiento se cruzó en mi camino.
«Un grano de arena es insignificante, lo importante es el viento que moldea las dunas del desierto. Una gota de agua es insignificante, lo importante es la Luna y su influjo sobre las mareas de los océanos. Su insignificancia llega a tal extremo, que si un grano de arena cayera en la mar se perdería en las profundidades de los océanos y si una gota de agua cayera en el desierto en instantes perdería su esencia.
Pero a pesar de tamaña insignificancia, la fuerza de los vientos no tendría nada que moldear si no existieran los granos de arena de los desiertos y el influjo de la Luna no se dejaría sentir si no existieran las gotas de agua en los océanos. Sin los desiertos y sin los océanos no existiría la Tierra que hoy conocemos, a pesar de la fuerza del viento y el influjo de la Luna.
La tormenta
La mayoría, aún amenazando tormenta y a riesgo de naufragar, cada día sale para enfrentarse con las aguas bravas de la mar, buscando un banco de peces en aguas tranquilas donde los aparejos poder echar. Al incrementarse la arbolada altura del oleaje, con riesgo de pasar a montañosa y con resignación, se dirige a buscar refugio en puerto poniendo popa a la mar.
Al regreso a puerto, tras la calma que sigue a la tormenta, algunos nos dedicamos a recoger los restos de cañas esparcidos por el suelo y los volvemos a clavar en la arena para que los vientos no la moldeen a su antojo, con la esperanza de ver algún día crecer la hierba entre las arenosas dunas del desierto.»
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