viernes, septiembre 01, 2006

La Vallesa sí, pero la salud también

CLAUDIO J. GÓMEZ PERRETTA
MIEMBRO DE LA SOCIEDAD EUROPEA DE BIOELECTROMAGNETISMO Y DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO LA FE


Durante estos días se habla, no sin razón del incendio provocado en La Vallesa por la caída de un cable de alta tensión. Apenas conozco los detalles del siniestro pero caen dentro de la filosofía común del capitalismo moderno de minimización de gastos y máximas rentabilidades industriales. Y por desgracia a costa no sólo del medio ambiente sino de la propia salud humana.

Esto lo vemos a diario, especialmente en el sector eléctrico con usos de transformadores urbanos viejos y obsoletos por no decir arcaicos, que aún utilizan aceites de refrigeración tóxicos de tipo dioxina como son los policlorobifenilos (PCB), amén de estar incrustados en viviendas de forma inestética y peligrosa para la salud. Incluso las nuevas líneas eléctricas no escapan de esa miseria ya ancestral y asociada a la de máxima permisividad. Así la polémica línea de alta tensión de Patraix transcurrirá o transcurre ya soterrada a pocos centímetros del carril bici, en vez de hacerlo por un túnel transitable (así lo hacen en los demás países europeos), bien acondicionado y sin riesgo electromagnético para los transeúntes. Así y simplificando mucho, lo de La Vallesa es sólo la conocida punta del iceberg, y por lo tanto no cabría buscar una solución particular sino general dado el carácter irregular y viciado de este sector eléctrico.

Recordemos que la OMS clasifica a los campos electromagnéticos (CE) emitidos entre otras por las líneas de alta tensión como agentes cancerígenos del grupo 2 B, y líneas eléctricas que por sus características geométricas o lineales origina CE a distancias muy alejadas de aquellas. Concretamente, recientes estudios epidemiológicos asocian un incremento considerable de las leucemias en niños cuando se superan los 0,2 microteslas de exposición electromagnética, cantidad ampliamente sobrepasada en todas las viviendas, por ejemplo de los sectores afectados por líneas de alta tensión en Mas Camarena (Bétera).

Hasta 1 microteslas hemos medido en el interior de una vivienda de aquella urbanización. Y lo mismo ocurre en el Vedat de Torrent o en viviendas próximas a las líneas de entrada o salida de los transformadores urbanos o de cualquier cableado eléctrico, demasiado habitual por ejemplo en nuestras fachadas y azoteas. Así me temo que tras La Vallesa, se ponga algún que otro parche, que adormezca las conciencias políticas y ciudadanas y a esperar al próximo percance, electrocución por recuperar una cometa en lo alto de una torre de media tensión, caídas accidentales de cables, explosiones de transformadores? o que ocurriría en La Eliana si cualquiera de los accidentes de Madrid o Sevilla se dieran en su gigantesca estación eléctrica ya incrustada en el casco urbano de la población ¿? Un auténtico desastre, comprometiendo la vida de no sólo los circundantes de la estación sino la de la propia población de La Eliana.

La electricidad es un pilar básico de nuestras vidas, que genera progreso evidente y enormes beneficios económicos, que por lo visto y oído no bastan para garantizar un servicio adecuado y seguro para los ciudadanos. Se habla a diario de OPAS y de otras muchas cosas pero casi nunca de leucemias, por ejemplo, y asociadas a la exposición incontrolada a la electricidad, como reconoce aunque sea tímidamente la OMS. Reconocimiento que desgraciadamente aún tardará y riesgo subsiguiente que no debería de asumirse en un mundo más civilizado.

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