martes, julio 18, 2006

Solidaridad

RAFAEL PRATS RIVELLES

Antes estaba bien visto practicar la caridad cristiana, una práctica que necesita de la presencia de gente pobre y sumisa. En los barrios de la capital solía haber señoras acomodadas y aburridas que organizaban la denominada «canastilla de San Antonio». Mi madre colaboraba con rebequitas y peuquitos de lana que ella misma confeccionaba. Mi madre mantenía una cierta amistad con la señora acomodada y aburrida, una mujer altiva y bastante tonta que me caía fatal. Hacer caridades de este tipo empezaba a estar mal visto por las jóvenes generaciones.

La caridad es una de tres virtudes teologales, junto con la fe y la esperanza. Consiste -y esto es toda una lección de la polemizada asignatura de Religión, por la que no voy a cobrar nada a los creyentes, ¡caritativo que es uno!- en «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos». Es una virtud cristiana, opuesta a la envidia y a la animadversión. El vocablo también se refiere a la limosna que se da o el auxilio que se presta al necesitado.

El término caridad ha pasado a ocupar un segundo plano, dejando paso al de solidaridad, tan utilizado por la izquierda. Solidaridad viene de solidario, y quiere decir, en la acepción que nos interesa, «adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros» (que no a la mía o a la nuestra). Solidario procede de sólido y es adjetivo que cuenta con la siguiente acepción: adherido o asociado a la causa, empresa u opinión de otro.

Cofrades de la Virgen del Carmen con Don Ricardo, coordinadores del Sopar de la Solidaritat
En L'Eliana, donde la iglesia da físicamente la espalda al ayuntamiento, se alían los poderes sobrenaturales y civiles en una Cena de la Solidaridad, organizada por la parroquia y la cofradía de la Mare de Déu del Carme en la plaza del País Valencià. Este año acudieron a la cita más de mil personas y se recaudó una buena cantidad de dinero para que el padre Abel pueda llevar a cabo su misión evangélica por tierras hispanoamericanas. La actividad ha tenido otros destinatarios: los padres Berenguer y Franklin, que están en Mozambique y Colombia. Ricardo Arnau, párroco y cinéfilo, está muy contento con este acto que se incluye en las fiestas patronales del pueblo.

Hay obras de misericordia que son manifestaciones caritativas o solidarias, como es el caso de visitar a los enfermos. Este invierno estuve por primera vez en mi vida hospitalizado y las verdad es que resulta muy agradable que te vayan a ver a la celda. En Verás el cielo abierto (Alfaguara, 2005), Manuel Vicent escribe: «No hace mucho fui a visitar en el hospital al escultor Amadeo Gabino, que se hallaba muy próximo a la agonía. Hablamos de pintura». Conversar de arte con un artista moribundo debería considerarse como una manifestación solidaria de alto nivel. Y es que la solidaridad también tiene clases.

Fuente
Levante EMV

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