VICENTE LLADRÓ
Por la autovía de Ademuz, a las ocho menos algo de la mañana es hora punta en dirección a Lliria y los accesos se encuentran prácticamente inaccesibles, porque se agolpan los coches que llevan a los trabajadores hasta los nuevos polígonos industriales y suben también las caravanas de grandes camiones que se dirigen a las canteras de la Serranía, para transportar la arcilla de las montañas hasta las fábricas de azulejos de la Plana. A las ocho, y desde hace media hora, entrar en la pista de Ademuz desde el By Pass es una aventura, como lo es también salir hacia Moncada, Náquera y Massamagrell, donde el primer carril queda ocupado durante horas por una enorme hilera de vehículos que esperan turno para alcanzar la meta de dar la vuelta a la primera rotonda de la serie.
Hacia las 8,30 comienza a aclararse el tráfico de subida, pero ¡cuidado!, que entonces se espesa el de bajada, porque es la hora de apresurada salida de todos quienes viven en las nuevas urbanizaciones de adosados de Pobla de Vallbona, San Antonio de Benagéber, Bétera, Náquera, Lliria, L’Eliana... y se les hace tarde para entrar a las 9 en sus oficinas del centro de Valencia. Algunos aún tienen que dejar a los peques en el cole, con su chándal o su canesú, y después sortear las colas ante las enormes rotondas y el túnel de entrada a la ciudad.
Sobre las 10 hay un respiro generalizado. Casi todos están en sus ocupaciones, predominan los vehículos de reparto y los grandes camiones de la arcilla y el caolín han parado a almorzar. Enseguida proseguirá la serie con la afluencia de quienes bajan a comprar o a realizar gestiones en Valencia. Y después seguirán nuevas horas punta. Entre la 1 y las 3, nuevamente atascos; un ligero respiro hasta las 3,30, y otra vez las prisas para llegar al sitio a las 4. De ahí a las 5 se abre el paréntesis más tranquilo, pero a partir de esa hora es como si se desplegara la banderola del caos. Todos empiezan a regresar a sus rediles, desde los colegios, las fábricas, las oficinas...
Es la vida, o el suplicio cotidiano, en la gran avenida central. La autovía de Lliria, como el By Pass, se construyeron para descongestionar lo que estaba saturado, pero enseguida levantaron nuevas expectativas para construir a su alrededor de manera desenfrenada, hasta volver a congestionarlo todo y programarse nuevas alternativas. En un futuro, algún By Pass pasará por Cuenca, o llegará a coincidir con la M-200 o la 300 de Madrid y ya será la recaraba total.
Leído en:
http://servicios.lasprovincias.es/valencia/pg060328/prensa/noticias/CValenciana/200603/28/VAL-CVA-169.html
Por la autovía de Ademuz, a las ocho menos algo de la mañana es hora punta en dirección a Lliria y los accesos se encuentran prácticamente inaccesibles, porque se agolpan los coches que llevan a los trabajadores hasta los nuevos polígonos industriales y suben también las caravanas de grandes camiones que se dirigen a las canteras de la Serranía, para transportar la arcilla de las montañas hasta las fábricas de azulejos de la Plana. A las ocho, y desde hace media hora, entrar en la pista de Ademuz desde el By Pass es una aventura, como lo es también salir hacia Moncada, Náquera y Massamagrell, donde el primer carril queda ocupado durante horas por una enorme hilera de vehículos que esperan turno para alcanzar la meta de dar la vuelta a la primera rotonda de la serie.
Hacia las 8,30 comienza a aclararse el tráfico de subida, pero ¡cuidado!, que entonces se espesa el de bajada, porque es la hora de apresurada salida de todos quienes viven en las nuevas urbanizaciones de adosados de Pobla de Vallbona, San Antonio de Benagéber, Bétera, Náquera, Lliria, L’Eliana... y se les hace tarde para entrar a las 9 en sus oficinas del centro de Valencia. Algunos aún tienen que dejar a los peques en el cole, con su chándal o su canesú, y después sortear las colas ante las enormes rotondas y el túnel de entrada a la ciudad.
Sobre las 10 hay un respiro generalizado. Casi todos están en sus ocupaciones, predominan los vehículos de reparto y los grandes camiones de la arcilla y el caolín han parado a almorzar. Enseguida proseguirá la serie con la afluencia de quienes bajan a comprar o a realizar gestiones en Valencia. Y después seguirán nuevas horas punta. Entre la 1 y las 3, nuevamente atascos; un ligero respiro hasta las 3,30, y otra vez las prisas para llegar al sitio a las 4. De ahí a las 5 se abre el paréntesis más tranquilo, pero a partir de esa hora es como si se desplegara la banderola del caos. Todos empiezan a regresar a sus rediles, desde los colegios, las fábricas, las oficinas...
Es la vida, o el suplicio cotidiano, en la gran avenida central. La autovía de Lliria, como el By Pass, se construyeron para descongestionar lo que estaba saturado, pero enseguida levantaron nuevas expectativas para construir a su alrededor de manera desenfrenada, hasta volver a congestionarlo todo y programarse nuevas alternativas. En un futuro, algún By Pass pasará por Cuenca, o llegará a coincidir con la M-200 o la 300 de Madrid y ya será la recaraba total.
Leído en:
http://servicios.lasprovincias.es/valencia/pg060328/prensa/noticias/CValenciana/200603/28/VAL-CVA-169.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario